Los grupos folclóricos son uno de los mayores baluartes de la cultura e idiosincrasia de un pueblo. Más allá de conservar danzas y bailes, el papel de las agrupaciones es mantener viva la tradición y los valores que dieron paso a una raza, pasando de generación en generación. Como es de suponer, la existencia de este tipo de grupos en la diáspora es fundamental para conservar los orígenes de estas comunidades, a pesar de la distancia física con el país del que se proviene.
En Venezuela, los grupos y ranchos folclóricos lusitanos se han ido ganando un lugar especial en la sociedad. Aunque la mayoría de sus presentaciones tienen lugar en el seno de la comunidad portuguesa, sus ritmos y bailes han calado en el venezolano común, bien sea por sus pasos, canciones y coloridos trajes o como una muestra de lo bien integrado que se encuentro el ciudadano portugués en tierras de Simón Bolívar.
Los últimos años no fueron fáciles para las agrupaciones: la situación económica, sumado al proceso migratorio venezolano y al entorno pandémico, llevaron al desaparecimiento de muchos grupos, mientras que otros veían disminuir sus filas, cancelar sus presentaciones e incluso un desánimo de sus integrantes. Sin embargo, el año 2022 ha traído consigo señales de esperanza, con la reactivación de agrupaciones tradicionales y el surgimiento de otras nuevas, que quieren divulgar aquello que aman, aquello que mejor caracteriza a Portugal en el Mundo.
El Grupo Folclórico del Centro Portugués Venezolano de Guayana se reactivó recientemente, en las festividades del Dia de Portugal, de Camões y de las Comunidades Portuguesas, después de 10 años de inactividad. La agrupación del Centro Portugués Venezolano de Guayana fue fundada el 13 de marzo del año 2000, cuando un grupo de personas comenzaron a hablar de la creación de un grupo folklórico, pero no fue sino hasta el año 2001 cuando pudieron hacer su primera presentación. El Grupo Folklórico de la Casa de Portugal de Ciudad Bolívar fue quien apadrinó, en su momento, a este nuevo grupo de baile típico portugués.
Esta agrupación representa las regiones de Minho, Madeira, Camacha. “Nuestros trajes son: en Minho, Sequeira, Capotilha, Valdevez, traje de novia, que es como el que llevo puesto, pero el velo es el tradicional de novia” explicó Carla Moniz, directora de la agrupación. En cuanto a la música continental, ellos interpretan Viras, Chulas, Canas Verdes. Actualmente cuenta con un cuerpo de baile de 10 adultos y 10 niños. “Tener música es difícil, porque quien era nuestro acordeonista de base ya no está aquí, falleció; muchos emigraron y con lo que fuimos recogiendo armamos un grupo y mañana damos esa nueva primera vez únicamente con pista de baile” asegura la directora del grupo del CPVG.
Moniz cree que los festivales y encuentros de folclore son necesarios. “Nosotros organizamos en el 2004 un festival que llovió muy fuerte, en el 2006 hicimos un Encuentro Madeirense que también llovió, pero esta vez estuvimos bajo techo. Lo que más se necesita para reactivar esto es la motivación, el querer hacerlo; nosotros, aunque estábamos lejos siempre íbamos y participábamos, era un evento que lo esperábamos todo el año. Es una tradición y hay que recuperarlo. En el Estado Bolívar el último festival de folklore que asistimos fue en el año 2008-2009, a partir de ese momento fuimos creciendo, muchos se casaron y tuvieron hijos y esto generó el distanciamiento del grupo; quedó un grupo infantil, pero duró muy poco tiempo. No hubo más nada a partir de ese momento, hasta unos meses atrás cuando empezamos a trabajar nuevamente. Hay que sembrar la semilla del folklore, aquí en el Estado Bolívar sí se puede recuperar. Los que estamos más lejos nos cuesta un poco más, pero esto viene para largo rato” argumentó la luso-descendiente.
El folclore, más allá de ser una representación que permita conservar las raíces, también tiene otros significados para Carla Moniz. “Si no tenemos pasión por lo que hacemos no tenemos nada. Desde aquí estamos sembrando la semilla para el folclore. Es necesario para nosotros que estamos más grandes porque más jóvenes no queda nadie, estamos con los niños sembrando esa pasión y ese amor por el folklore portugués, los que están más grandecitos a veces sienten un poco de apatía o pena porque dicen que es para los viejos, pero nosotros los invitamos y después que lo conocen se quedan. El folklore es pasión y es cultura y si no lo salvamos nosotros, no lo pasamos a otra generación, esto se queda aquí” concluyó la directora del Grupo Folclórico del Centro Portugués Venezolano de Guayana.