Las castañas ayudan a tu salud

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Se acerca Diciembre: los países productores de Castañas están en plena temporada de recolección de este fruto seco que es tan apreciado en la cocina tradicional de muchas regiones de España y Portugal, por la gran variedad de formas en las que se puede degustar y sus propiedades nutritivas. En Venezuela, muchas familias consumen este fruto en las cenas navideñas; lo que pocos saben es la cantidad de cualidades que trae su alimentación.

Aunque es un fruto seco, es de los menos calóricos (213 Kcal/100 g de la parte comestible), porque la cantidad de grasa que contiene es escasa (2,26 g/100 g) y está compuesta por abundante agua. Es rica en hidratos de carbono, por lo que es una buena fuente de energía y proporciona importantes cantidades de hierro y potasio. Las castañas pueden ser una buena ayuda para prevenir la anemia ferropénica, la retención de líquidos y la tensión arterial alta. Además, contiene también una abundante cantidad de vitaminas del grupo B (necesarias para un correcto metabolismo), que solo se obtiene en su totalidad si se consume cruda. Finalmente, su considerable aporte de fibra ayuda a mantener un adecuado tránsito intestinal y a prevenir el exceso de colesterol en la sangre.

La elección de comerla cruda o asada depende de cada persona, pero hay que tener en cuenta que la castaña cruda puede resultar algo indigesta debido a que contiene taninos: sustancias que le dan su característica aspereza y amargor. Estos taninos se hallan sobre todo en la piel pilosa que recubre la castaña en su interior, que no resulta siempre fácil de retirar por completo. Las castañas asadas contienen más aminoácidos, fibra insoluble y fibra total que las castañas cocidas.

Es recomendable dejar reposar las castañas de siete a diez días para que su contenido en taninos disminuya y su almidón se transforme en azúcares más asimilables, con lo que se evita la flatulencia que suelen producir. La castaña cocida o asada se digiere mejor.

Si te gustan cocidas, ponlas en una cacerola y cúbrelas con agua. Hiérvelas durante veinte minutos. Si añades un puñado de anís seco (no el licor, sino la especia), las castañas adquirirán un sabor muy delicado. Otra opción es cocerlas en leche con canela, con lo que quedan muy esponjosas. Cuando estén blandas, retira el agua y sécalas con un paño de cocina antes de quitarles la cáscara.

Para asarlas, hazles una pequeña incisión en la cáscara para que no revienten y se hagan bien por dentro. Colócalas repartidas sobre la bandeja del horno. Hornéalas a 180 grados durante quince minutos, y dales la vuelta y mantenlas en el horno durante quince minutos más o hasta que las veas tostadas.

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