Hace unos 22 años atrás, existía una especie de heroínas que los niños de hoy en día desconocen. Unas que, aunque no sabíamos exactamente cuáles eran sus nombres, hicieron reír y bailar a los niños de la generación a la que pertenezco, ataviadas con trajes de circo, caras pintadas y unas pelucas coloridas que llamaban la atención, incluso de los más grandes.
Ese grupo pasó a la historia musical, pero sobre todo de valores de un país, y este año han decidido reunirse nuevamente, en un concierto de reencuentro por los 30 años de su nacimiento. Ese grupo son las famosas “Payasitas Nifu Nifa”, quienes en su momento fueron casi tan famosas como “Las Chicas del Can” o “Karina”.
Canciones como “Alibombo”, “Sana, sana”, “Regálame tu foto”, “Kikiki Kokoko”, “Enamorada yo de ti” (fue la primera canción infantil en ingresar al Record Report), se quedaron grabadas en la memoria de millones de niños, no sólo en Venezuela sino en otras latitudes, resaltando siempre los valores que cada uno de nosotros debía poner en práctica para tener una sociedad digna.
Un club de fans, productos que iban desde juguetes hasta zapatos, e incluso cepillos de dientes, formaron parte de una nutrida gama de productos basados en el suceso musical.
Entre ese nutrido grupo de payasitas, que en su momento llegaron a ser hasta 30 muchachas para poder cubrir la demanda del público, se encontraban dos cantantes lusovenezolanas, Fátima Vieira, quien daba vida a la payasita de cabello amarillo, y Carla Vieira, quien al ser reclutada con menos edad, prácticamente creció con la agrupación como la consentida payasita de peluca roja.
Hoy en día, una dedicada al derecho en un organismo público, y la otra al área de gerencia y publicidad en un medio de comunicación, forman parte del grupo original de payasitas que deleitará al público en el concierto de reencuentro, que se realizará el próximo 23 de noviembre, en el Anfiteatro del Sambil de Caracas.
De un acto a la fama
Lo que pocos saben es que la agrupación nació en el Colegio Bolívar y Garibaldi de Caracas, donde Gianna Lodi Ibarra, era profesora. Allí, durante un acto de fin de curso, la maestra decidió montar un show de circo, de manera que sus alumnos participaran en la actividad sin sentir miedo escénico, pues estarían disfrazados. Ella por su parte, se vistió de payasita, despertando el interés de los presentes, y fue allí cuando inician los contactos para las primeras fiestas animadas por la agrupación, a la que rápidamente se incorporó Fátima Vieira, quien en aquel momento finalizaba sus estudios de cuarto año de bachillerato.
Tiempo más tarde, se incorpora Carla Vieira, quien además de estudiar en el mismo colegio, era prima de Fátima, y muy apegada con la profesora, quien ya la había invitado a grabar voces en el primer disco de las “Payasitas NifuNifa”, con tan solo 11 años.
Meses más tarde, en una de esas tardes de salida del colegio, faltaba una persona para completar la agrupación que se dirigía a una piñata, y así fue como Carla empezó a incorporarse al grupo de baile y animación.
“Al principio no había ni coreografías ni nada, sino había que seguir los pasos de Gianna. La primera vez que fui a una piñata yo estaba en el colegio esperando que me buscaran, y ella me invitó para que fuera con las payasitas, y yo espantada porque no sabía nada, pero resultó que me encantó. Después participé en un show en Mata de Coco por el lanzamiento del primer disco, donde se contaba la historia de una niña que quería como regalo de cumpleaños a las payasitas, y al final su sueño no sólo se hace realidad, sino que la convierten en payasita, y a mí me vistieron con la peluquita roja”, recuerda Carla.
En el caso de Fátima, fue una de esas payasitas titulares que se robaron el corazón de los fanáticos, era una de las favoritas, y se mantuvo con la agrupación prácticamente hasta su disolución. “Empecé a retirarme paulatinamente, pero no sólo trabajé como payasita durante el quinto año de bachillerato, incluso lo hice durante mi época universitaria, al estudiar mis dos carreras. Mis compañeros siempre se sorprendían al saber que yo era una de las payasitas, a pesar de que intentaba no decirlo mucho, pero era típico que me vieran en alguna fiesta y en la universidad me preguntaban que si era yo la misma persona. Aún hoy en el trabajo, la gente se emociona al saber que yo era la de la peluca amarilla”, destaca Fátima.
Una escuela de vida
Sin duda alguna, uno de los retos más grandes de la organización era atender los múltiples eventos, sin descuidar a nadie. Para ello se crearon una especie de cuadrillas de payasitas, dividas por grupos para poder llegar a la mayor cantidad de sitios posibles. Así era como mientras se veía a un grupo participar en Sábado Sensacional, otras acudían alegrarle el día a los niños de los hospitales, y otras trabajaban en fiestas privadas, cuidando siempre, que en cada una de las presentaciones estuviera por lo menos una pareja de payasitas titulares para atender al público.
“Esos fueron mis mejores años, una experiencia increíble, era como ser unas rock star, a pesar que la gente no sabía quiénes éramos, cuando veían a un grupo de muchachas ya asociaban que éramos las payasitas. Pero más allá de eso, aprendí muchísimo, fue tremenda escuela. Profesionalmente hablando te da una seguridad y un desenvolvimiento increíble, y a nivel personal me quedó el hecho de pertenecer a una organización con mucha mística, ahí no había una sola payasita a la que no le gustarán de verdad los niños, que no le gustara el trabajo en equipo, ahí ninguna estaba por figurar, y la calidad humana era un requisito. Cuando nos conocían con o sin peluca, entendían por qué hacíamos lo que hacíamos. El show podía durar una hora, pero hasta que no le diéramos el autógrafo y un besito al último niño presente, no nos retirábamos”, destaca Carla.
“En mi caso era una chama de 16 años, esa época en la que uno está pendiente es de cualquier cosa menos de ser organizado y responsable, y para estar con las payasitas tenía que organizarme, eso es la mayor enseñanza, y ser responsable en todos los aspectos de mi vida. Y más allá de eso, y ahora que soy mamá lo compruebo aún más, entender realmente la importancia de atender a los niños y sus necesidades, porque los niños son muy inocentes y todo lo que ven lo creen, uno aprendió allí a tratarlos como se debe tratar a los niños, con respeto e interés por sus ideas”, asegura Fátima.
Reencuentro esperado
Ahora Fátima y Carla, forman parte del staff que se reencontrará con el público venezolano, en un evento sin precedentes, ya que se trata de una agrupación infantil de una generación que ya ha crecido, y que en su mayoría, hoy en día ya tienen sus propios hijos, por ende las expectativas tanto del público como de las artistas no puede ser baja.
“Tengo muchas expectativas con este concierto, porque es algo totalmente diferente, la idea es que quienes hoy son padres, lleven a sus hijos para disfrutar de algo que a ellos les gustó, pero que sus hijos pueden disfrutar hoy en día. Así que allá los esperamos para bailar y brincar”, concluyó Fátima.