Manuel da Silva, el heladero que escribió parte de la historia merideña

Falleció el fundador y dueño de la Heladería Coromoto, quien llevó este negocio a los Récord Guinnes por su infinidad de sabores

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Delia Meneses

Parte de la historia merideña se fue con Manuel Da Silva Oliveira, quien falleció el pasado 31 de julio a los 88 años por causas naturales. Jocosamente muchos se referían a él como el verdadero «papá de los helados», un trabajador incansable y luchador por Mérida, fundador y dueño de la heladería de los mil  sabores (la Heladería Coromoto).

El gobernador del estado Mérida, Ramón Guevara, informó que Da Silva recibirá la Orden Mariano Picón Salas en su primera clase, reconocimiento que se otorga a ciudadanos ilustres, por el indudable aporte turístico que hizo a la entidad, aunque no se indicó si este homenaje se le rendiría durante su funeral.

Los deliciosos helados entraron en 1991 al libro de los Record Guinness por sus inusuales y numerosas combinaciones y la heladería quedó registrada como la única con más sabores en el mundo y los más extravagantes. Para ese momento contaba con 368 variedades y en 1996 revalidó su título al ofrecer 591 sabores, que más tarde se transformaron en 860 mezclas.

El famoso local es un sitio turístico emblemático por los ocurrentes nombres de los helados y la infinidad de gustos en el paladar. En este negocio, ícono cultural de la ciudad de Mérida, una de las mezclas preferidas es la de pabellón, también la de caraota, hay uno llamado Miss Venezuela. Piense en la combinación más rara para un helado y allí la encontrará: camarones al ajillo, sardina, cebolla y mondongo, son algunos ejemplos de sabores supremamente inesperados.

Al que llegaba al establecimiento alegando que no podía comer helado porque le dolía la garganta, Don Manuel, con sus dotes de comerciante, lo resolvía con un helado de jengibre. El Correio de Venezuela tuvo el honor de figurar entre la lista de los mil y un sabores. Cerezas rojas, verdes, melocotón y vino de Oporto son los ingredientes que Manuel eligió para el semanario.

Don Manolo, como muchos le llamaban cariñosamente, promovió el turismo y catapultó la heladería como uno de los primeros sitios que debía visitar cualquier persona al llegar a los Andes y deleitarse con sus mil sabores en el municipio Libertador de esa ciudad. Un destino para los amantes de los helados y para almas muy valientes.

El popular heladero estuvo en el medio de la diatriba política cuando en diciembre de 2014 se dijo que el establecimiento había cerrado debido a la escasez de leche a lo que el Ministerio de Turismo respondió publicando un comunicado en el que aclaraba que el cierre obedecía a la temporada vacacional decembrina, época en la que su dueño aprovechaba todos los años para viajar a su natal Portugal.

Aunque nació el 27 de octubre de 1930 en la Freguesía de Souto da Feira, Santa María da Feira, Aveiro, los que lo conocieron lo consideraban un merideño más de esa noble y bella ciudad. Emigró a Venezuela en el año 1953, llegando primero a Caracas donde trabajó en luncherías y cafetines. En la capital conoció a su esposa Anastasia Pereira, merideña con la que tuvo tres hijos. Y en 1968 decide radicarse en Mérida, donde alquiló un pequeño cafetín.

Como no le iba del todo bien en su negocio, un familiar de su esposa lo incitó a que comprara una barquillera y se dedicara a vender helados. Lo hizo, adquirió varios productos que le recomendaron y un día se arriesgó a experimentar logrando su primer sabor inusual, el de aguacate. Aunque al principio dudó en venderlo, fue todo un éxito. En 1981 inaugura su heladería Coromoto, que bautizó así por su gran devoción a la patrona de Venezuela y al indio Coromoto.

A partir de allí, su imaginación y creatividad no pararon. «Yo no sabía nada de helados, todo fue poco a poco, ideas que fueron saliendo», dijo en una en una entrevista concedida al Correio en 2015. Sabores a jojoto, perrocaliente, espaguetis con queso, arroz con pollo, salmón, auyama, RCTV, luna de miel, malta, son algunas de las combinaciones.

Da Silva Oliveira fue visitado por personas de todo el planeta, muchos periódicos y revistas de países como Italia, Alemania, Portugal, Rusia, España, Suiza, Estados Unidos. Fue reconocido por el gobierno venezolano, cámaras de comercio y muchas empresas privadas por ser insignia turística y punto de encuentro de cientos de personas. El 29 de enero de 2000 se le condecoró como el Feirense del Año en un acto de la asociación civil Amigos das Terras de Santa María da Feira, en el Centro Portugués de Caracas.

Aunque sus recetas, las guardó con recelo, cuando llegó a su creación número 300 decidió compartirlas con su hija Ermelinda da Silva y con sus empleados. Creaciones que más tarde llegaron a Faro (Algarve), donde abrió una heladería junto a su hijo mayor, que también lleva el nombre de la patrona de Venezuela. En las últimas dos décadas el yerno de Manuel, ha estado a cargo del negocio, que cerró temporalmente en 2017 por las complicaciones para adquirir leche y azúcar pero que reabrió sus puertas, sorteando las vicisitudes, para el deleite de los paladares locales y extranjeros, reflejó la Agencia EFE.

El «papá de los helados», para muchos se convirtió en un motivo de inspiración, ejemplo de cómo se puede creer en los sueños y hacerlos realidad.

Delia Meneses y Carlos Marques

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