Si hay algo que ha caracterizado a la comunidad lusitana en tierras criollas, es su capacidad de trabajo y su constancia en cada uno de los proyectos emprendidos. Mentalidad que ha pasado de generación en generación y de la que no escapó Maurílio Santos, un luchador social nacido el 29 de abril de 1945 en la freguesia de Santa Luzia, Funchal, Madeira, y fallecido el domingo 11 de diciembre de 2011 en Caracas.
Empresario en la área de stands de automóvilísticos, Maurílio dos Santos era muy apreziado por la comunidade luso-venezolana, siendo uno de los fundadores de la Academia do Bacalhau de Caracas, que presidió durante 15 años. También fue miembro de la directiva de la Cámara Venezolana Portuguesa de Comercio y Turismo y presidia el Lar Padre Joaquim Ferreira.
Llegado a Venezuela el 13 de febrero de 1963 con tan sólo 17 años, Maurilio tendría la difícil tarea de empezar de cero, adaptándose a las diferencias culturales; sin embargo, todo sería más llevadero en compañía de sus padres, Antonio Gomes Santos y Resurrección Gomes Santos, y sus dos hermanos.
Pronto comenzaría a trabajar como repartidor de víveres (en bicicleta) del Supermercado Boyacá ubicado en Los Chaguaramos; año y medio después, su familia crearía Supermercado Cumaná en la parroquia de San Bernardino y Maurílio trabajaría con ellos por algunos años.
En 1971, contrajo nupcias en la iglesia de Santa Rosalía con quien se convertiría en su mayor apoyo con el paso de los años: Guida, la hija de uno de los mejores amigos de su padre y quien robaría su corazón. No pasaría mucho tiempo para que el matrimonio diera sus frutos: el 13 de marzo de 1972 tendrían a su primer hijo, el administrador Antonio José, y el 22 de diciembre de 1978 a su segundo varón, el comunicador social Oscar Maurilio.
Con el paso del tiempo, este luchador social incursionó en el campo automotriz, que le permitiría emprender una gran cantidad de labores benéficas a favor de los más necesitados.
Un hombre al servicio de la sociedad venezolana
Al preguntarle a cualquier miembro de la comunidad luso-venezolano sobre la mayor característica de Maurilio Santos, la respuesta más común es “luchador social”; y es que este hombre, que trabajó durante tantos años a beneficio de los más necesitados desde diversos frentes, aseguraba que como los portugueses son católicos: “tenemos que ayudar al prójimo, no solo a la comunidad luso venezolana sino a la sociedad venezolana en general” (declaraba al CORREIO meses antes de su fallecimiento.
Muestras de ello fue su colaboración en la tragedia de Vargas del año 1999, cuando trajo alimentos desde los Estados Unidos y los repartió junto a otros compañeros por los refugios de las localidades Guarenas y Guatire.
Casi simultáneamente, Santos dirigiría a la Academia del Bacalao de Caracas, dirigiría el núcleo de Rotary Club en Guarenas y haría parte de la comisión de obras y promoción del Lar Padre Joaquim Ferreira, ubicado en Los Anaucos, estado de Miranda.
En sus últimos años, Maurilio dirigió junto a la Sociedad de Beneficencia de Damas Portuguesas este geriátrico que surgió de la idea del padre Joaquim Ferreira y se hizo posible gracias a los aportes de la comunidad. “Ele falou antes de morrer com algumas mulheres que faziam parte das Damas de Beneficência desde há 20 anos, e deixou-lhes esse trabalho” declaraba al Correio en aquel entonces.
Maurílio Santos aseguraba que se sentía satisfecho al ver a los ancianos limpios, cuidados y con una vida digna; sentimiento que lo llevó a formar el Orfanato “La Milagrosa”, en Guatire.
Merecido reconocimiento
En el currículo de Maurílio Santos, también figuraba una vice-presidencia del Centro Português, en Caracas, y la promoción de la construcción del actual estacionamiento de esa institución. Es por ello que el mencionado club le entregó, en Junio de 2011, con motivo del Día de Portugal, de Camões y de las Comunidades Portuguesas, el Gran Cordón João Fernandes Leão Pacheco por su destacado trabajo «profesional y en pro de la comunidad portuguesa carenciada».
Sobre este reconocimiento Santos se muestró orgulloso, al tiempo que aseguraba no era suyo “sino de todo el equipo que ha trabajado y trabaja conmigo”. El empresario agregaba que aunque la felicidad constante no existe, pues siempre existen problemas o dificultades que enfrentar, estos momentos son los que valen la pena.
Al preguntarle sobre sus intenciones a futuro, Maurilio aseguraba que continuaría sus labores sociales y su trabajo en el campo automotor en Venezuela. “Llega un momento que no soy de aquí ni de allá, sino del Océano Pacífico. No creo que me adapte a vivir de nuevo en Portugal, porque ya tengo toda una vida en este país” aseguró, destacando aun el papel de los portugueses en tierras criollas: “Somos los constructores de Venezuela y ya hacemos parte de ella; no somos solo emigrantes”.