El oro. Uno de esos elementos que nos regala la Tierra (aunque nos cuesta actualmente cerca de 30 euros el gramo) que a todos nos gusta. Es una de esas cosas que nos confiere cierto poder o riqueza, pero ¿alguna vez usted ha pensado de dónde viene ese oro? Más allá del hombre o la máquina que lo extrajo de la Tierra, o que lo modificó para llevarlo hasta su aspecto final.
Pues recientemente, un grupo de científicos del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian han establecido que el oro de la Tierra y del Universo, se formó como resultado de antiguas colisiones de estrellas muertas. Pues sí, hay muy altas probabilidades que ese aro de bodas que lleva en la mano, o el dije que le regalo su abuelita, y hasta la cadena que a veces ya no luce por la inseguridad, no sea más que el resultado de la muerte de un grupo de estrellas que colisionaron.
Un equipo de astrónomos, dirigido por Edo Berger, ha llegado a la conclusión de que todo el oro del universo nació como resultado de un fenómeno destructivo, un choque de estrellas raras denominadas ‘estrellas de neutrones’ o ‘supernovas’ que se fusionaron.
La existencia de estos fenómenos está probada por los estallidos de rayos gamma de corta duración en el espacio registrados por los astrofísicos. Se trata de uno de los procesos más energéticos observables en el universo.
Una de las explosiones de ese tipo, denominada GRB 130603B, fue registrada e investigada por los científicos del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian el pasado 3 de junio del año en curdo, cuando observaron con el telescopio espacial Hubble, los restos en luz visible y luz infrarroja de esta explosión.
El resplandor observable durante los días siguientes fue lo que indicó que allí por desintegración radiactiva se crearon cantidades sustanciales de elementos químicos pesados, incluyendo oro.
Aunque con esta investigación, se puede explicar la formación de todo el oro del Universo, los investigadores no descartan que las supernovas puedan ser el origen solo de una parte del metal. Así que la próxima vez que compre, o se coloque algo de oro, piense en lo afortunado que puede ser, al llevar consigo una parte del cielo.