Por Mike Suárez
Corría el año 2007 en Santa Maria Da Feira, Portugal; cuando un portugués regresó a su país luego de haber construido un futuro, un negocio y una familia en las tierras de Simón Bolívar, en ese año fue diagnosticado con cáncer en los pulmones a causa del cigarrillo y en su primer chequeo los médicos le daban dos meses de vida solamente.
Antonio Ferreira Da Mota Marinheiro consumió cigarrillos durante toda su vida y finalmente eso sería lo que terminaría con su vida. Sin embargo, en vida fue un hombre dedicado al trabajo, tuvo dos talleres mecánicos en el este de Caracas y una panadería llamada “Los Ruiseñores”, ubicada en Colinas de Los Ruices, la cual era una sociedad entre sus dos hijos: Alva y Manuel Ferreira.
“Era el mejor papá del mundo. Él de verdad que se desvivía por sus hijos, trataba de complacernos muchísimo en todo” -aseguró Alva Ferreira- “Se volvía loco por sus nietos; no había uno, creo que no había uno, que fuese su favorito, amaba a sus cuatro nietos con locura” -agregó.
Antonio Marinheiro fue un fiel creyente de Nuestra Señora de Fátima y según afirman los familiares eso fue lo que lo mantuvo por mucho más tiempo. Durante su estadía en Portugal estuvo acompañado por Mandina Milheiro, esposa y madre de sus dos hijos, quien fue un apoyo para él durante la enfermedad.
Todas las noches, antes de irse a la cama a dormir, rezaba un rosario completo acompañado de Mandina Milheiro, “no había una noche que no se fuese a dormir sin rezarle a la Virgen” -dijo. En noviembre del 2007, durante una consulta médica en Sta. Maria Da Feira, los médicos le informaron que esa sería su última Navidad con vida.
El 05 de diciembre de aquel año llegaron a Portugal su hija, Alva Ferreira, con su esposo y sus dos hijos para celebrar la que, posiblemente sería la última Navidad. Convivieron durante un mes en la misma casa, pero eso no impidió que Antonio Marinheiro rezara su rosario en las noches, pero esta vez tenía a más personas que lo acompañarían en sus rezos.
Además de rezar el rosario todas las noches, Marinheiro llevaba a su familia todos los domingos a la freguesía de Lobão para asistir a las misas, “no había un solo domingo que él no nos llevara a misa” -explicaron los familiares.
A pesar de su enfermedad y su debilidad por el tratamiento con quimiterapias y radioterapias, Antonio Marinheiro caminaba y no sentía ningún tipo de dolor. Tanto así que, acompañado de su esposa, hija, yerno y nietos, fue para el Santuario de Fátima, donde asistieron como familia a la misa, hizo un recorrido completo y luego, al final del día, fue cuando tuvo que tomarse un descanso y decidió sentarse en la Capilla de las Apariciones mientras le rezaba a Nuestra Señora de Fátima.
Al terminar su familia las vacaciones se regresan a Venezuela y, para sorpresa de los médicos, Antonio Marinheiro continúa fuerte y sin dolor. Los médicos le daban solamente dos meses de vida, desde el 2007; pero fue luego en febrero del 2009 cuando Antonio Marinheiro comenzó a complicarse.
En febrero del 2009 sus dos hijos viajan a Portugal para estar con él en sus últimos días y ellos aseguran que no fue sino hasta el 11 de febrero de ese año que Antonio Marinheiro comenzó con las molestias de la enfermedad por no poder respirar, fue el único momento donde sufrió por el cáncer.
Antonio Ferreira Da Mota Marinheiro falleció el 11 de febrero del 2009, luego de haber pasado más de dos años con un cáncer bastante avanzado en los pulmones y luego de haber superado las previsiones de los médicos que le dieron solamente dos meses de vida. Durante su enfermedad no sintió ningún tipo de molestia o dolor, respiraba con normalidad y, según Alva Ferreira, “lo que lo mantuvo con vida durante tanto tiempo y sin molestias fue la fe que le tenía a Nuestra Señora de Fátima, ella fue la que lo mantuvo fuerte durante sus dos años de enfermedad” -concluyó.