En la ciudad de Cagua, adyacente al valle del río Aragua, hace vida el portugués Ricardo Martins que a los 7 años de edad fue llevado a Venezuela donde creció y aprendió las costumbres de los habitantes de la comunidad. El portugués asegura que se ha impregnado de las costumbres de los venezolanos y con el paso del tiempo, Venezuela se ha ganado un espacio muy grande en su corazón.
Actualmente, Martins reparte comida en Cagua y Turmero. No recibe una remuneración por su trabajo; nadie lo obliga, él simplemente hace su labor diaria para llenar los estómagos y los corazones de las personas que atraviesan por un momento crítico. Hoy por hoy, el luso lleva una bitácora a través de sus redes sociales, documentado los múltiples casos de personas que viven en situación de calle ó que simplemente no pueden subsistir.
Toda esta iniciativa empezó cuando Martins estaba trabajando como cocinero en un restaurante en Portugal, el luso cuenta que al salir de la cocina pudo evidenciar grandes cantidades de comida que se botaban cada día. Indignado por esta situación, tomó por cuenta propia la decisión de brindar un apoyo a Venezuela y alimentar a las personas que lo necesiten.
Él se desempeña como cocinero desde el 2002, pero oficialmente empezó su labor de ayudar al prójimo en el 2017 con la ayuda de su esposa. Martins es fácil de reconocer en las calles, siempre lleva una gran sonrisa en sus rostro y está cubierto por diferentes tatuajes que lo diferencia entre la comunidad.
Por los momentos, el portugués relata que hay gente de la comunidad que lo han apoyado en su labor diaria, y con el paso del tiempo se han ido sumando más personas en esta labor. El CORREIO habló con Martins para conocer más a fondo sobre su iniciativa, y tener una idea de lo que vive la comunidad de Cagua y Turmero cada día.
¿Cómo ha visto las condiciones de las personas a las que le ofreces un apoyo?
Yo reparto comida a la gente que está en Cagua y Turmero, he estado llevando alimentos al comedor de la Virgen del Perpetuo Socorro, dirigido por una congregación de monjas. Más allá de la desnutrición, muchas de las personas que asisten se ven acostumbradas a esta situación, muchos creen en el gobierno y se han ido a acostumbrando a que les den alimentos sin realizar ningún trabajo. La situación es lamentable, muchas de las personas están agradecida por la labor que hemos venido haciendo, y nuestro objetivo es seguir ayudando a todas las personas que podamos.
¿Cree que la situación está más grave para los niños o los adultos?
La situación está más grave para los niños, muchos de ellos no van a la escuela ningún día de la semana, la mayoría de ellos se la pasan en el comedor esperando algo de comida. Varios niños me han comentado que no es viable ir a la escuela, ya que si van pierden la oportunidad de comer”
¿Considera que la ideología política de las personas que ayudas podría ser un impedimento?
No me importa de qué partido político sea cada personas, yo quiero ayudar sin importar sus ideologías. Yo no apoyo al gobierno venezolano, yo hago mi labor sin ninguna preferencia política. Amo a Venezuela, amo a su gente y veo sus injusticias, y ese es mi impulso para seguir trabajando.
¿Cuál es el mayor aprendizaje que te ha dejado esta labor, y que es lo que más te gusta del mismo?
Amar a la gente y tratar de ayudar sin esperar algo a cambio. He aprendido a querer sin juzgar, yo intento ponerme a la altura de todas esas personas que he ayudado. Muchas de ellas están desesperadas y necesitan nuestro apoyo, especialmente son los niños que me den fortalezas. Por otra parte, lo que más me gusta de mi trabajo es la sonrisa en las personas y hacer el bien al prójimo. Muchas personas me han manifestado su solidaridad a través de las redes sociales y eso me llena el corazón.
¿Qué cosas han cambiado a lo largo del tiempo en lo que respecta a su trabajo?
Diría que ha cambiado muchas cosas pero para mal, principalmente porque hay más gente en la calle y la situación ha empeorado muchísimo. Toda la comunidad se ha visto afectada por esto. Por otra parte, es preocupante que nuestros niños tengan que decidir entre su educación y la comida.
¿Cómo ve el futuro del país?
No veo un cambio inmediato, tiene que pasar muchos años para que la situación mejore. Por otro lado, pienso que debemos cambiar nuestra forma de pensar y de ver las cosas, el venezolano necesita un enfoque fresco para crecer como sociedad. Además, pienso que Venezuela tiene mucho potencial, principalmente por la gente, ya que el venezolano es una persona trabajadora y posee una amabilidad y calidez innata que muchas personas de otros países no poseen.
¿Tiene un consejo para la comunidad o unas palabras de solidaridad para que las personas se sumen a esta iniciativa?
“Todo lo que yo hago lo podemos hacer todos, con ayudar una persona estamos cambiando a Venezuela, mucha gente le falta un apoyo espiritual y moral, hay que darle el valor a todo el mundo. La única forma para salir de esta situación es que tenemos que reconstruir al país y solo así haríamos un cambio de verdad”.