Si hablamos de malos hábitos de vida, debemos hablar también de sus implicaciones en nuestra salud cerebral, a la que no siempre atendemos. A continuación, algunos consejos de una experta.
Los siguientes son siete consejos de la microbióloga Olalla Otero, que, como mencionamos en nuestro artículo La microbiota y el cerebro: importancia del cuidado intestinal en la salud mental, considera esencial comprender la relación entre el comportamiento intestinal y la salud del cerebro. El portal Tododisca recoge algunas de las recomendaciones de la especialista respecto de los hábitos saludables que pueden beneficiar el buen funcionamiento y salud de nuestro cerebro. Las siguientes son algunas de las más relevantes en la relación entre salud intestinal y cerebral.
Atender a los ritmos cicardianos: la alteración en el ciclo del sueño, de los ritmos naturales de este, pueden afectar el la flora intestinal (o microbiota) e influir negativamente en el buen funcionamiento de los neurotransmisores.
Evitar ambientes desfavorables: los pesticidas, el microplástico, los aditivos artificiales en comidas entre otros son factores químicos que pueden deteriorar la composición del intestino y general problemas sistémicos.
Tratar a tiempo con el estrés: el estrés crónico conlleva importantes riesgos para la salud mental y física, puesto que deteriora el sistema inmune y este, a su vez, desequilibrará la composición microbiológica del intestino.
Descartar la sobremedicación: las medicinas son grandes alteradores de la flora bacteriana intestinal, en ese sentido, es primordial no sobremedicarnos.
Apostar por el ejercicio: practicar deportes o hacer ejercicio constantemente favorece el metabolismo y las bifidobacterias, esenciales en el bienestar intestinal.
Cuidar la alimentación: por supuesto, la alimentación es un factor determinante en la condición de la flora intestinal, con lo cual es recomendable una dieta rica en probióticos, variada y saludable.
Volver a la socialización: la interacción entre congéneres proporcionan un importante enrriquecimiento de microorganismos que favorecen la salud microbiótica.