El año 2015 seguramente se quedará pálido con lo que esperamos en el 2016. Sin ánimo de ser una persona pesimista soy capaz de asegurarlo. Las razones son sencillas. No hay voluntad de cambio de parte de quien tiene las riendas del poder. ¿Por qué algo tan sencillo es tan difícil de entender? No creo que no lo entiendan, es sencillamente que están tan “empatucados” en sus acciones al margen de la ley, que no calificaré por razones obvias, que el único camino que les queda es continuar rumbo al barranco y llevarse por delante a todos los venezolanos. Es por ahí por donde hemos transitado estos últimos años. Cuando ya no hay nada que perder, el camino que queda por recorrer es aterrador porque no hay otra salida sino correr hasta morir porque los “ganchos” no son nada agradables. En tiempos de la caída de la monarquía francesa, hace ya unos años, depravada como la actual en Venezuela, la gente dejaba que las papas se pudrieran para que les cayeran gusanos, y de esta manera poder comer las únicas proteínas que podían estar a la mano, las de los gusanos. Esta lección que nos deja la historia no ha podido ser aprendida por nosotros en esta “tierra de gracia”. Los tiempos que nos esperan habrán de ser más difíciles que los que hasta ahora hemos visto. Vemos con pasmosa frialdad y tranquilidad que el despeñadero está cada vez más cerca y la sociedad aun no reacciona como un todo para poner en su sitio a los jerarcas que, aun con el agua al cuello, lejos de dialogar, acordar y decidir con quienes ahora son mayoría en la asamblea nacional, tiran un anzuelo para que la bancada democrática lo muerda con ese llamado Decreto. Ya no hay tiempo para recoger los vidrios rotos que ha dejado en el camino este “socialismo del sigloXXI”. El precipicio ya está muy cerca y nosotros, los que nos oponemos a esto, también seguiremos sufriendo las consecuencias de la inercia de los indiferentes que no aman su patria.