Delia Meneses
La idea de crear un grupo de folclore venezolano en Madeira era un sueño que estaba en el corazón y en la mente de Elizabete de Andrade desde hace 40 años. Esta vieja añoranza se concretó hace pocos meses y la agrupación ya hizo su primera aparición pública el pasado mes de junio durante el evento de la Diversidad Cultural organizado por el Centro de las Comunidades Madeirenses y Migraciones. Allí no solo debutaron sino que tuvieron la responsabilidad de abrir la actividad, que se realizó en el auditorio del Jardín Municipal de Funchal, y en la que participaron diferentes comunidades extranjeras radicadas en la isla.
En la génesis de esta agrupación confluyeron la organización Venecom (Asociación de la Comunidad de Inmigrantes en Madeira), la coreógrafa Lorena Corredoska y Elizabete de Andrade, quien elaboró los trajes y accesorios y explicó a los integrantes la historia de los bailes que protagonizaron: La Negra Lorenza y el baile de San Juan con el respectivo al altar para el santo.
Son diez niños y jóvenes, entre los 6 y los 14 años, entre los cuales hay algunos madeirenses, como una muestra natural de integración. «En los ensayos, que se realizaron en la sede de la asociación Olho-te, en Nazaré, la música y la ropa llamó la atención de niños y adultos lo que motivó que algunos ingresaran al grupo, que aún no ha sido bautizado», explica Andrade y recuerda que en su primera presentación recibieron muchos elogios del público.
Los madeirenses se sorprendieron con el ritmo y los movimientos de los bailarines y algunos de los venezolanos presentes les propusieron preparar el baile de San Benito para la Navidad por ser un baile alegre que se corresponde con la época natalicia.
Para ampliar el repertorio y pasar de los bailes negros y costeros a los joropos necesitan apoyo económico para la adquisición de las telas. Los trajes nacionalistas con sus largas y voluminosas faldas implican entre 8 a 12 doces metros de tela por persona. «Es un monto importante de dinero que no estamos en capacidad de asumir sin ayuda», explica Andrade, quien nació en Valencia pero vive en Madeira hace 40 años.