Un país, dos visiones

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Shary Do Patrocino

Visitar un país como turista definitivamente no es lo mismo que llegar como inmigrante. Para el turista los días pasan rápidos y parecieran ser cortos ante el deseo de ir de compras, visitar museos, lugares emblemáticos, conocer la vida nocturna y la gastronomía de esa cultura. Para el inmigrante, los días se hacen largos y aunque tampoco hay tiempo que perder, la preocupación va mucho más allá de un par de zapatos o de una fotografía para las redes sociales.

La primera decisión a tomar es el hospedaje. Un hotel o resort siempre son buenas opciones si se trata de un descanso total lejos de obligaciones y quehaceres. No obstante, cuando la expectativa en ese nuevo destino es una vida permanente y de búsqueda de oportunidades; la casa de un familiar o amigo es la mejor ayuda que te pueden brindar.

Ésta es sin duda una de las mejores bienvenidas, sobretodo cuando los pensamientos y la incertidumbre parecen convertirse en huéspedes vitalicios de tu cabeza. Porque así como hay partidas planificadas por estudios o trabajo; hay otras tantas improvisadas que necesitan un punto de encuentro con la nueva realidad en la que nos dejó el avión.

Es así como arranca una nueva historia, es así como empieza una nueva vida y, uno tras otro, tan perfecto como lo hizo Dios, pasan los días. Sin importar el destino, otro tema a resolver para el inmigrante es su legalidad en el país a través de una buena asesoría legal que le lleve a conseguir una identificación social y el permiso laboral, dos requisitos primordiales.

Para rentar un carro al turista solo le basta con su licencia de conducir extranjera. El inmigrante debe estudiar las normas y señales de tránsito para presentar un examen teórico-práctico que le permita obtener la documentación de manera permanente. Los exámenes de vista y audición pudieran ser exonerados dependiendo del país de procedencia.

La educación y cuidado de los niños es uno de los puntos más cruciales al momento de apostar por una nueva vida. Este proceso de elección es difícil tanto en el país de origen como de destino y lleva su tiempo para evaluar algunos factores.

El primero de ellos, la cercanía con el lugar de residencia, pues el ahorro de dinero en combustible y en transporte público es necesario mientras se consigue el sustento familiar. Sin embargo, no representa una preocupación mayor, debido a que en las ciudades planificadas por cada zona residencial hay desarrollos educativos y comerciales.

El nivel de educación es otro elemento a considerar y por lo general hay instituciones públicas y privadas identificadas con letras (A,B,C) dependiendo del tipo de estudios. La mejor manera de cotejar cercanía y calidad es a través de Internet a fin de hacer una buena elección.

Con todo esto no quiero decir que los zapatos turísticos sean mejores que los de inmigrantes. Se trata de dos viajes distintos, uno con fecha de regreso cercana, otro con un “hasta pronto” incierto que se queda en los corazones de quienes despiden el avión y de quienes lo abordan.

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